lunes, 23 de marzo de 2015

LAS VACAS BRAVAS.

Hoy vamos a dar un paseo por el centro de esa piel de toro que conforma La Península Ibérica. Vamos a ver ese mundo natural donde viven las vacas bravas de varias ganaderías.



Uno de los rasgos morfológicos más característicos de las vacas bravas es su cornamenta. Tienen los cuernos grandes, con los pitones muy finos, para protegerse y proteger a las crías de los lobos, los zorros y los osos, cuando los hubo.




La primavera se va despertando con los continuos cantos de las diferentes especies que habitan en las dehesas. El macho de pinzón común ya lleva días marcando un territorio en la fresneda que acompaña al arroyo. Su compañera y él están construyendo el nido, donde sacarán la primera nidada de la temporada. Después vendrá otra.




La vaca de pelo cárdeno y astifina cornamenta, de casta vistahermosa, estirpe santa coloma-buendía, observa lo que hacen otras vacas. El becerro, de unos ocho meses de edad, nos observa detenidamente.




La mañana de primavera llega con nubes y sol. La dehesa, cubierta de encinas, enebros y el verde pasto, está repleta de vida. Es un ecosistema ideal para todos sus habitantes.




Desde el cielo nos observa un águila imperial Ibérica de tres años. Un ejemplar joven que está de paso por la zona donde nació.




En otra finca cercana se crían vacas de casta vistahermosa, estirpe parladé-gamero-cívico. Vacas de grandes hechuras, con espectaculares cornamentas. Junto a una de ellas vemos a su becerro de pelo colorado, nacido hace unos días.




En estas zonas son comunes los pájaros de los espacios abiertos, como las cogujadas, las totovías y las tarabillas. En la fotografía vemos una cogujada montesina sobre una mata de encina.




Las vacas bravas se crían libres en los montes y las dehesas como una especie más. Sólo están controladas por el ganadero en ciertos aspectos, como es la alimentación, el saneamiento y la mudanza de los pastos, entre otros.




Colgado en un chaparro, "descansa" el cráneo de una novilla. Esta, por alguna circunstancia, se quedó en el camino.

La edad media de una vaca brava aprobada con nota alta, es de unos 14 años. Unas, por circunstancias, apenas pasan de los dos años, otras con mejores circunstancias, mueren de viejas en la dehesa con 19 años.





Al pasar por una vaguada, cerca de un arroyo, vemos a tres jabalinas con las crías nacidas al final del invierno. Nos observan desconfiadas, al desconocer nuestras intenciones. Sin prisa pero sin pausa, se van hacia otros parajes del monte.




Un grupo de vacas de pelos encendidos, se reúne en un claro soleado de la dehesa, para tomar el sol y pacer el verde pasto. Muchas de ellas van en compañía de los becerros que han parido hace unos días.




El invierno no ha sido muy generoso en lluvias, ni siquiera regular. Los fresnos y arces menores que acompañan al arroyo, se van cubriendo de hojas...




Desde la rama muerta de un enebro, el cuco emite su peculiar canto. Nos cuenta que la primavera ya ha llegado. Que es el dueño de esa zona de la dehesa, donde habitan una serie de pequeños pájaros, que van a criar a su futura descendencia.




En un prado observamos a vacas de varias edades de estirpe Santa Coloma. Junto a ellas se encuentran los pequeños becerros nacidos en el día o hace una semana.

Las vacas bravas se adaptan muy bien al ecosistema donde habitan. Saben aprovechar todos los recursos naturales que les proporcionan las estaciones, pues su cuerpo y su metabolismo ha evolucionado para ello.





Las zonas de suelos fértiles, húmedos y soleadas, son el hábitat de pequeñas orquídeas de diferentes especies, como la orquídea flor de araña (Ophrys gr. Sphegodes) y la abejera amarilla (Ophrys lutea).




En los majadales y los prados, a lo largo del día vemos a las cigüeñas blancas capturando insectos, pequeños anfibios y roedores.




Cada mañana, más o menos a la misma hora, los vaqueros proporcionan pienso y paja a las vacas. Observan si están todos los ejemplares. En que condiciones; el número de becerros que han nacido... Todos los días pasa algo, y hay que verlo.




Un ratonero macho maúlla por el cielo de la dehesa. En estos días él y su pareja están reconstruyendo o construyendo un nido nuevo.




Bajo las copas de las encinas, la novilla de tres años de estirpe murube-contreras, cuida y protege al becerro nacido hace unos días.

Cada casta y estirpe tienen una constitución morfológica característica, por lo tanto son diferentes. También tienen un comportamiento y un temperamento distinto donde habitan.





El mantenimiento de la ganadería brava en muchas zonas geográficas de La Península Ibérica, han configurado un paisaje forestal típico muy considerable, donde habitan multitud de especies de la fauna y la flora.




A media mañana, en un manantial donde abrevan las vacas, observamos a un gazapo bebiendo. Después se pierde entre el monte, bajo las encinas y jaras.




Un grupo de vacas de casta vistahermosa, estirpe murube-contreras, se reúne en un claro del monte con sus becerros, para calentarse con los últimos rayos del sol del día. Pronto caerá la noche y bajarán las temperaturas.

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