La historia de este álamo negro (Populus nigra), es la historia de los innumerables árboles monumentales de ribera, que se han talado en los últimos cincuenta años, sin ningún motivo justificado y sensato, como consecuencia de la ignorancia que aún perdura en los que hacen este tipo de gestión.
El día abre sin nubes... Una fina capa de escarcha cubre el pasto de la ribera.
El alcaudón real, invernante, venido de otras latitudes, monta la guardia para localizar a un pequeño ratón o musaraña con el que alimentarse, para afrontar el frío día.
Con las primeras luces del día... Junto al antiguo cauce del río, observamos la tala de un enorme chopo negro. Nos preguntamos ¿con qué sensatez se ha cortado este árbol, para luego dejarle en el sitio?
En las pequeñas praderas, rodeadas de tarays, observamos a los conejos... Unos pastan, otros toman el agradable sol.
En esta zona, el bosque de ribera se abre, se hace más extenso. Aquí cría el ratonero, el azor y son comunes los pájaros carpinteros e insectívoros.
Un bando numeroso de grajillas anda buscando insectos y semillas entre las hojas del suelo. Otras descansan en las ramas de los árboles.
Junto al río, pasamos por otra pequeña mancha de álamos blancos. Aquí podemos ver ejemplares de considerable tamaño, de unos treinta años de vida.
En las ramas altas de los álamos blancos, un grupo de cormoranes grandes toma el sol. Recargan las calorías perdidas en las aguas del río durante la noche.
El día se presenta agradable... Los cálidos tonos de la ribera reflejan muy bien la estación del año.
En la chorrera del río vemos a la garceta blanca. Está a la pesca de pequeños peces y otros pequeños animalillos.
El cálido sol, ya alto, se mete por todos los rincones de la ribera...
En el tronco de un sauce bardaguera, crecen enormes e interesantes setas, de nombre Laetiporus sulphureus.
El pequeño agateador común recorre la corteza de un viejo chopo negro. Aquí encuentra pequeños insectos, larvas y puestas de invertebrados.
Dentro de la antigua isla, se extiende una mancha muy considerable e importante de taray. En algunas zonas encontramos ejemplares de grandes dimensiones.
Un grupo de carboneros, herrerillos, pinzones y mitos, pasa registrando la zona en busca de alimento.
Volvemos al antiguo cauce, por donde partía el Río Jarama en los años cuarenta del pasado siglo. Observamos que hay varios álamos grandes cortados... Vemos que al más grande también le han abatido. Hacemos una serie de fotografías... No entendemos el sentido, la gestión, el porqué de lo sucedido.
Es todo lo que queda del viejo chopo. Un árbol que llegó a cumplir casi los dos cientos años... Que habitaba en una zona del río por la que no pasa nadie.
Este era el aspecto que tenía el viejo álamo negro, que habitó el antiguo cauce por el que corrían las aguas del Río Jarama hace un siglo. Era el decano del tramo medio del Río Jarama, el último bioindicador que nos informaba con su porte, como tienen que ser los árboles maduros que cubren las riberas de los ríos.
Afortunadamente vivirá para siempre en esta fotografía...
En una pequeña charca, junto al río, tres cigüeñuelas comunes buscan insectos. Hace unos cuantos años, esta especie era muy común durante la época de cría.
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La imagen es preciosa.. Muy triste todo lo que cuentas.. Un saludo..
ResponderEliminarLo bueno e interesante de una historia, es quedarse con lo positivo. Gracias por tu comentario. Un saludo Ana.
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