google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte: LA CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR.

lunes, 14 de abril de 2014

LA CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR.


En tiempos de Alfonso X eran conocidos los montes que cubren el valle alto del Río Lozoya. Montes selváticos, donde la caza mayor era abundante y muy apreciada por los monarcas castellanos, en especial el oso y el jabalí.
En tiempos de Juan I de Castilla, dan comienzo las obras de la cartuja y demás instalaciones adscritas...
El lugar escogido es una zona llana muy húmeda, cubierta por fresnos y robles, que generalmente se inunda someramente en primavera; cerca de la ermita de Santa María. A estas zonas se las conoce en Cataluña como pulares.
Los monjes de La Cartuja de Scala Dei, del Priorato Catalan, dirigen la construcción de la cartuja y posteriormente la habitan...
La Cartuja de Santa María de El Paular y sus monjes, tuvieron una influencia política y económica muy importante y decisiva para el valle alto del Lozoya. Supieron rentabilizar los recursos naturales y prosperar, sin acabar con ellos. De esta cartuja salían anualmente muchas arrobas de papel de gran calidad, troncos de pino para la construcción y ganado para los abastos de carne... La primera impresión de El Quijote, se hace con papel de este molino.
Las desamortizaciones ocurridas en el siglo XIX, con las ventas de los pinares, instalaciones y terrenos, dejan al monasterio y a los monjes sin protección económica ni futuro... Consecuentemente, el monasterio es abandonado...
En 1948, el monasterio es entregado en usufructo a La Orden Benedictina.
Las obras de restauración de los principales edificios, duraran hasta finales del siglo XX... Encontrándose en la actualidad en buen estado de restauración y conservación.
Los monjes que actualmente dirigen el monasterio y le dan vida, proceden de La Abadía de Valvanera, en La Rioja. Pertenecen a la Orden de San Benito.




Junto al Río Lozoya, en una zona donde se unen tres ecosistemas: la fresneda, el robledal atlántico y el pinar silvestre boreal, se encuentra enclavada la cartuja. En un ambiente natural, donde la economía de los habitantes de la zona es próspera. Han sabido utilizar y rentabilizar los recursos económicos naturales, sin acabar con ellos.
En la imagen vemos, que es posible convivir con la naturaleza, rentabilizarla y engrandecerla con monumentos arquitectónicos históricos, que no causan impactos negativos en el paisaje y contribuyen a engrandecerle históricamente, culturalmente y ecológicamente.




La luz limpia de la mañana de primavera nos deja ver todo este espectáculo... El cielo nublado, cubierto por grandes nubes que entran por el Norte y cubren las altas montañas, presagiando la lluvia... El denso pinar, casi tapado por las nubes... Los extensos robledales cubiertos ya de hojas nuevas... La iglesia del monasterio con su alta torre, rodeada por un extenso jardín de grandes árboles... Todo un regalo natural, rural y monumental... Que no debes perderte.




A lo largo de la vida de La Cartuja han surgido una serie de hechos y misterios... En uno de los pasillos del monasterio, se localizan una serie de mosaicos muy antiguos, hechos con huesos de ¿animales, humanos? no se sabe muy bien... Lo cierto, es que llaman la atención cuando te fijas en ellos, por lo bien colocados que están... Y pasan desapercibidos para el visitante, pues muy poca gente se da cuenta que estas figuras están hechas con huesos.




Una de las grandes labores que hacen los monjes, es la de mostrar y comentar que es y como es el monasterio, a lo largo de la visita guiada... Aquí el visitante puede enterarse de ciertos aspectos, o preguntar al amable monje por algún motivo o aspecto que le interese.




Fuera y dentro de La Cartuja, todo es interesante... Todo llama la atención... En esta zona, dentro del claustro principal, se localiza la obra pictórica de Vicente Carducho, realizada entre 1626 y 1632, compuesta por 54 telas. Estuvo en el monasterio hasta 1834... En 2011 vuelven a su lugar de origen.

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