google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte: QUÉ ES UNA DEHESA... PRIMERA PARTE.

lunes, 24 de marzo de 2014

QUÉ ES UNA DEHESA... PRIMERA PARTE.


La palabra dehesa, viene del latín defesa: defensa. Entonces, una dehesa en su origen es una mancha forestal defendida, que formaba parte de la selva originaria y diversa que cubría la Península Ibérica. Defendida, protegida, guardada, frente al avance de La Mesta, la agricultura y la explotación forestal comercial de maderas, leñas y carbones, que desde el siglo X, más o menos, se impone de forma comercial en toda la Península.

Generalmente, todos los municipios históricos reservan, defienden ciertas zonas, con mayor o menor dimensión, para que el bosque no desaparezca, y tener seguro en el futuro los recursos naturales que han desaparecido, donde el monte existía. Utilizando para la agricultura y pastos para el ganado, las tierras de mayor calidad. El bosque y la dehesa quedan relegados en la mayor parte, a las zonas geográficas marginales y de difícil acceso...

Durante la reconquista, para favorecer la expansión cristiana en ciertas zonas, se queman o se talan manchas de considerable extensión... Empieza el declive forestal...

Hasta el siglo XV España era un país forestal, donde predominaba el monte, en su mayoría virgen, más que el pasto y el barbecho... Los tres siglos que vinieron después, traen para todos los espacios forestales de toda la Península, una explotación industrial de maderera, leña, carbón vegetal, pastos y agricultura, sin precedentes en toda la historia... En estos tres siglos, se acaba con la infinita selva que los griegos y romanos vieron, cuando desembarcaron en las costas del levante y Andalucía, y se adentraron en la Península...

Hasta entonces, España era un país con recursos forestales casi inagotables. Pensaban o creían aquellos ciudadanos. Pero todo llega, y los grandes bosques y manchas que proporcionaban leñas y pastos, se agotan y se saturan. En consecuencia, los habitantes de los municipios tienen que comenzar a utilizar esos montes defendidos en su día, que llaman dehesas, para seguir produciendo carne para alimentarse, leñas para calentarse y madera para construir casas y edificios, pues fuera de las dehesas, salvo en ciertos espacios forestales protegido, los árboles y arbustos ya no existen.

Comienza la transformación y la extinción de las ultimas masas forestales importantes, que han sobrevivido históricamente en La Península Ibérica... Y la deformación del significado de la palabra castellana dehesa, para definir un espacio forestal con un origen, que ha sufrido una transformación en su constitución, forma y diversidad, que ha dado origen a un ecosistema transformado, deforestado y degradado... Todo esto lo veremos en la segunda parte... 

Para ver como era una dehesa, he cogido como ejemplo ciertas zonas de vegetación mediterránea, en relativo buen estado de conservación, localizadas en la Comunidad de Madrid.




Las dehesas eran manchas forestales vírgenes, compuestas por las diferentes variedades de árboles y arbustos, que ocupaban las zonas geográficas de toda La Península Ibérica. La mayoría de las dehesas, han llegado hasta nuestros días en diferentes grados de conservación. Están compuestas por pinos, encinas, alcornoques, quejigos, robles, hayas, álamos, palmeras, fresnos...
En la imagen vemos un monte mediterráneo del centro de Madrid. Este era el aspecto que tenían, o podían tener, las dehesas mediterráneas compuestas por grandes encinas, alcornoque, quejigos y enebros, que cubrían el centro de España...




Dependiendo de la situación geográfica donde se encuentre la dehesa, está poblada por una vegetación climática originaria característica.
La mancha que vemos en la imagen, está cubierta por especies mediterráneas de hoja perenne, como las encinas, coscojas, enebros, acebuches, sanguinos, romeros... Por especies de hoja caduca mediterráneas, como los quejigos, fresnos, arces de montpellier, majuelos, rosales silvestres, espantalobos, zarzas... Y por especies subtropicales en su origen, que se quedaron en el bosque mediterráneo Ibérico hace ya mucho tiempo, como son la cornicabra, el labiérnago, el rusco, la madreselva y el torvisco.




Dentro de estas espectaculares manchas forestales, habita una fauna originaria muy interesante y muy diversa, que va unida a la variedad de especies forestales que habitan las diversas zonas geográficas y climáticas... Ni todas las manchas son iguales, ni tienen la misma variedad de especies y numero de individuos.
En la imagen vemos a un ciervo macho, en un claro natural de la dehesa... El ciervo es el ser vivo que dignifica la salud medioambiental de las últimas manchas forestales Ibéricas... Donde todavía habita, queda algo natural de aquellas dehesas históricas que en su día se protegieron.




Especies forestales como el madroño, de origen subtropical, ocupaban prácticamente casi todas las dehesas ibéricas en el pasado... Desafortunadamente, ya nunca sabremos como eran realmente esas dehesas naturales, pues el ser humano con el paso del tiempo las ha degradado, transformado y en el peor de los casos... las ha talado totalmente. He incluso a esas zonas delimitadas, sin árboles ni matorrales, las sigue llamando dehesas.
En la imagen vemos a un madroño con los frutos maduros y las flores del año... Este árbol es un buen bioindicador de la salud natural originaria de nuestras últimas manchas forestales, allí donde todavía habita, o queda un ejemplar perdido en algún lugar remoto, o ya sólo queda su nombre.




Dentro de las dehesas originarias los grandes árboles deberían de ser abundantes, impidiendo con sus espesas copas la entrada del sol, librando a la dehesa del espeso matorral de jaras, brezos y romeros, que son el reguero de pólvora, por el que corren los incendios forestales en verano.
En la imagen vemos una pequeña mancha cubierta por grandes árboles centenarios, compuesta por quejigos y encinas. Un escaso matorral de zarzas, majuelos y rosales silvestres; y un abundante pasto, a punto de florecer. Antes de que termine la primavera, todos los árboles habrán terminado de echar y renovar sus hojas, y la tenue luz se habrá apoderado del interior de la dehesa. En estas condiciones medioambientales, es muy difícil que se agarre un fuego por causas naturales y queme la dehesa.


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