La Dehesa de La Villa forma parte de una serie de espacios naturales históricos de la ciudad de Madrid. Ha soportado sus cambios históricos, perdiendo el 90% de la superficie, en favor del crecimiento de la ciudad.
Vamos a dar un paseo para a ver como es y en que estado se encuentra...
Las palomas torcaces no faltan en la dehesa durante todo el año. En primavera y en verano crían bastantes parejas en los árboles. En otoño y en invierno pasan grandes bandos, procedentes del norte y del Monte de El Pardo.
Saliendo por una de las calles de la ciudad, nos encontramos con este interesante pulmón verde.
Encontrarse cada mañana con un espacio forestal de estas características, en una ciudad con cerca de cuatro millones de habitantes, es un privilegio... Que hay que mantener y mejorar.
"Yo viví con mi familia en la calle Campo Real, de 1960 a 1970. Recuerdo ver las ovejas pastando en La Dehesa y en los alrededores... Con mi padre, iba algunos domingos a comprar verduras y hortalizas a las granjas y huertas que había junto a La Dehesa."
Pepe Monedero.
Naturalista, ornitólogo y vecino de La Dehesa.
Un petirrojo anda por el suelo buscando pequeños insectos. Posiblemente es un individuo que está invernando. Uno de esos millones de pajarillos que pasan el invierno en los parques y jardines de los pueblos y ciudades de España.
Entre 1614 y 1616 se construyeron en la dehesa varias minas o viajes de agua, que llevaban el agua potable hasta el palacio real.
Dejaron de abastecer cuando entró en funcionamiento El Canal de Isabel II. En la fotografía vemos un mojón, que localiza uno de los viajes de agua.
A finales del siglo XIX, las hectáreas que quedan de la antigua dehesa, se encuentran prácticamente deforestadas. Han soportado el sobrepastoreo, guerras, el hambre y el frío de los habitantes de Madrid. Por esas fechas se inicia un plan forestal para recuperar el espacio verde, plantando toda la zona con pinos piñoneros y carrascos.
En la actualidad, la mayor parte está cubierta por grandes ejemplares de respetables portes. En la imagen vemos en primer plano, un interesante ejemplar de pino carrasco.
Aunque no es nada fácil verlas, debido a la gran afluencia de personas que pasan por el área con perros, a ciertas horas del día es posible ver alguna ardilla buscando piñones en el suelo.
Una de las labores interesantes que se está realizando desde hace años, es la reintroducción de la ardilla roja. En ciertos pinos se han colocado cajas de madera y comederos. En la fotografía vemos un cartel explicativo, cerca del área de reintroducción.
En los últimos treinta años, los vecinos de la zona vienen realizando siembras con bellotas y plantones de encinas, alcornoques y otras especies mediterráneas. Con el paso del tiempo estas especies van recolonizando la zona y se van haciendo notorias.
En las zonas ajardinadas, donde se riega regularmente para que el césped permanezca, el mirlo común encuentra su hábitat ideal. Aquí no le faltan lombrices y gusanos durante todo el año.
En este pulmón verde se compagina el esparcimiento y el ocio, con la educación ambiental, el mantenimiento y la recuperación forestal.
El compromiso que tienen los ciudadanos que viven cerca de la dehesa, es público y notorio. Muchos plantones de encina y otras especies que se ven por la zona, los han sembrado ellos.
Una pareja de pitos reales busca hormigas en una pradera...
El pito real es un buen bioindicador de la situación forestal de una zona. Para que este pájaro carpintero la habite, tiene que haber árboles maduros de diferentes especies, y abundantes hormigueros para alimentarse.
A lo largo del día, durante todos los días del año, pasan por la dehesa cientos de ciudadanos. Unos se recrean en el ambiente y le respetan, otros, molestando o dejando los excrementos del perro. De todo hay...
Los pequeños pájaros del bosque, de vivos colores, como los carboneros y herrerillos comunes, carboneros garrapinos, mitos, jilgueros, picogordos, pinzones, verderones, gorriones molineros... Son comunes durante todo el año.
La dehesa fue cedida a Madrid en 1152 por el Rey Alfonso VII, con una superficie de unas 1000 hectáreas, cubierta de monte mediterráneo.
En la actualidad sólo quedan 70 hectáreas, muy transformadas, pero con una cobertura vegetal considerable y variada, que puede ser la base para la recuperación de las especies originales, compuestas por encinas, alcornoques, quejigos, madroños, grandes pinos... En la imagen un ejemplar joven de alcornoque.
En un charco observamos a un picogordo bebiendo. Este pájaro se está haciendo más notorio en las zonas verdes de la ciudad de Madrid en los últimos quince años.
En estos espacios verdes hace menos frío en invierno; se riega todos los días; el microclima es más fresco y agradable en verano. No falta el alimento y puede hacer hasta dos crías, en primavera y al comienzo del verano.
La Dehesa de La Villa, conocida históricamente en los tratados de montería como la Dehesa de Amaniel, formaba parte de una mancha mediterránea extensa, localizada entre la Casa de Campo y el Monte de El Pardo.
la voz de un águila nos hace mirar al cielo. A cierta altura observamos la silueta de un individuo de tres años de águila imperial ibérica. Se deja llevar por una corriente ascendente, dando grandes círculos, mientras lanza su voz, chok-chok-chok...chok-chok-chok...chok-chok-chok...
SI TE HA GUSTADO EL ARTÍCULO DEJA UN COMENTARIO. DIFÚNDELO Y APÚNTATE AL CANAL. ES LA MEJOR FORMA QUE TIENES DE PROMOCIONAR LA CULTURA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario