Hoy vamos a entrar en un pinar silvestre de alta montaña... Localizado en El Sistema Central. En un día frío, de hielo, de nieve hasta la cintura. De nieblas que cubren las laderas de las montañas... Un día en el que no se ve un alma por el monte. Sólo los rastros de la fauna y algunos pájaros.
Sobre las nueve de la mañana, siguiendo la vera de un arroyo, por los sauces y los abedules transita una familia de herrerillos capuchinos. Estos pequeños pájaros han evolucionado en los pinares de alta montaña. Pueden vivir aquí durante todo el año, gracias a su adaptación y a su alimentación variada a lo largo de las estaciones. Durante el invierno se alimentan con los pequeños insectos que "duermen" en las cortezas de los árboles, semillas, frutos e incluso con las carroñas de animales muertos.
El día viene con el cielo cubierto y con nieblas en las altas cumbres. El termómetro del último pueblo por el que hemos pasado, marcaba los -8ºC. El panorama que vemos... es de absoluta soledad.
En los rápidos, donde las aguas se baten y salpican, el río se vuelve escultor, crea arte. Sus aguas crean formas muy curiosas, al quedarse congeladas en las hierbas de las orillas, en las ramas de los arbustos y los árboles.
Las nubes de vez en cuando se abren... Dejan pasar los rayos del sol...
Por el cielo pasa un águila real joven, nacida hace dos primaveras. A vuelto a la zona donde nació para pasar unos días. Después se volverá a marchar, para encontrar un territorio en la montaña o en una sierra baja, donde formará pareja con un individuo adulto que defiende un territorio o con otro de su edad.
En muchas zonas la nieve acumula espesores de cerca de un metro, donde las condiciones se hacen muy duras para andar por el pinar.
Cerca de la orilla del río vemos las huellas que han dejado dos lobos. Son las huellas de los últimos lobos del Sistema Central. La mitad de esta población acabará sus días, seguramente, atropellados en las carreteras o abatidos por un rifle.
Por la orilla del río hay que andar con mucho cuidado, pues todo está helado. El silencio vibra con las aguas que corren libres entre los pinos silvestres.
Los pequeños y escasos pájaros del bosque que resisten, que no se han desplazado hasta la zona de valle más baja, poblada por robles y fresnos, como el elegante carbonero común, a pesar del frío que hace, se acerca al río para beber.
Aquí, debido a la meteorología, la orografía del terreno y las bajas temperaturas de hasta -20ºC, que se suceden durante muchos días en invierno, el ser humano no ha podido establecerse.
El ambiente que estamos viendo, es el mismo que pueden ver los habitantes de los Países Escandinavos, de la taiga rusa o de Alaska. Estos pinares silvestres han evolucionado en el Sistema Central a lo largo de las glaciaciones, se han quedado con nosotros para siempre. Cuando las glaciaciones comenzaron a remitir, hace unos veinticinco mil años, empezaron su colonización hasta la taiga rusa.
Posado sobre el tronco tronchado de un pino hace años, donde evoluciona un ejército de insectos que está contribuyendo a su destrucción y descomposición, observamos a un pico picapinos tratando de capturar algunos de esos insectos.
La nieve que cayó hace unos días, ahora, hecha hielo, nos muestra las hojas de los escasos robles que habitan en el pinar.
La extensa mancha de pinos silvestres puebla todos los pequeños valles de la cuenca alta del río. Ahora, la fauna que aguanta este clima vive tranquila, pues ningún ser humano la va a molestar.
Dentro del extenso pinar de montaña, en las zonas donde más incide el sol, en las orillas de los arroyos y del río, evolucionan varias especies de árboles caducifolios, como los robles albares, comunes y los abedules. En estos ambientes variados no suelen faltar los trepadores azules. Aquí encuentran recursos para alimentarse, grandes árboles con abundantes agujeros naturales, donde pasar las largas noches gélidas, con temperaturas por debajo de los -18ºC.
En un paso estrecho del río, se ha quedado para la posteridad un puente, que construyeron los romanos hace unos dos mil años.
A pesar de lo frías que bajan las aguas, en las chorreras donde no se han helado encontramos al mirlo acuático, capturando insectos en la superficie o bajos las aguas.
Pasado el medio día, las nubes se han cerrado completamente. Por las laderas de las montañas empieza a bajar una brisa en forma de neblina, que aconseja ponerse los guantes y abrigarse bien, si queremos seguir andando por estos lugares. En toda la mañana no se ha visto un alma.
Sobre la cota de los 1600 metros empieza a nevar. Grandes copos de nieve se van depositando sobre las ramas de los pinos...
Dentro del bosque, el silencio es absoluto...
En el puerto, la ventisca viene con grandes copos. La imagen que queda, nos puede parecer interesante, bella, elegante. Estas condiciones ambientales van a poner a prueba a todos los seres vivos del pinar. El que no esté preparado, no verá la próxima primavera.
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Yo también me di una vueltecilla el sábado aprovechando la nieve reciente. Esa naturaleza tan silenciosa también tiene su lado bonito, y ese paisaje es más que revitalizante…. Salud y montaña.
ResponderEliminarLos ecosistemas naturales siempre cuenta algo diferente a lo largo del año. En unas épocas más que en otras. La nieve, el frío y la soledad de los altos pinares de montaña, también cuentan muchas cosas interesantes... Sólo hay que acercarse a ellos y escuchar como se manifiestan con su silencio. Gracias por tu comentario.
EliminarUn cordial saludo Oscar.