google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte

domingo, 20 de marzo de 2016

EL VALLE DE LOS PRIMEROS ILUSTRADOS.


Hoy vamos a visitar un pequeño valle formado por calizas y areniscas cretácicas. Cubierto en su mayor parte por un monte mediterráneo mixto, en la que habita una fauna variada muy interesante. Vamos a ver uno de los últimos lugares, donde los primeros pobladores de Madrid, manifestaron su arte y nos hablaron a través de él.




La mañana llega templada, con algunas nubes en el cielo. Entramos por la zona alta del valle, poblada de un monte mixto de enebros, encinas y grandes ejemplares de quejigo.




De lejos, posado en un enebro, veo la silueta de un buitre leonado. Con mucho cuidado, para que no se levante, me acerco todo lo que puedo para fotografiarle.




Siguiendo el curso del arroyo, paso cerca de grandes ejemplares de chopo negro. Posado en la rama alta de uno de ellos, un mirlo común lanza su agradable melodía para marcar su territorio.




La vegetación ha sufrido una serie de cambios y de pérdidas de especies en los últimos mil años, debido a la producción de leñas y carbón para el abasto, de cal para la construcción y de pastos para el ganado. Especies como el madroño, el labiérnago y el acebuche, entre otros, han desaparecido de la zona.




Posado sobre la rama seca de un enebro, observo a un escribano montesino. Este pájaro, habitante típico de estos parajes,  de agradables y curiosos colores, es más fácil oír su melodioso canto, que verle.




Por la ventana natural que forman la encina y el enebro, me asomo para ver el valle...




Las zonas altas presentan una vegetación revieja y raquítica, como consecuencia del escaso o nulo suelo que existe. Durante siglos, la vegetación del valle se cortó a matarrasa para diversos usos. En consecuencia, el suelo que formaron los antiguos bosques durante miles de años, ya no existe, pues las lluvias se los llevaron hace mucho tiempo.




En el cielo vuela una pareja de milanos reales. Están de bodas... No dejan de hacer vuelos acrobáticos y de lanzar silbidos.




En las paredes resguardadas de la lluvia, los hombres que habitaron en el valle hace unos ocho mil años, dejaron muestras de sus pinturas. El paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas las han borrado para siempre, o ya apenas se aprecian.




Siguiendo la cresta de las calizas, pasamos entre enebros de la miera de diversos portes. Ya estamos cerca del abrigo.




En el alto del pequeño cortado veo a un cuervo. Está inmóvil, y no deja de observarme. Cerca, en el hueco grande, tiene el nido en el que va a criar este año.




En este abrigo natural se localizan las últimas pinturas rupestres del valle. Han resistido al paso del tiempo, el clima, el uso histórico, el vandalismo y la desidia. Elementos destructivos muy propios de cada época.
Los escasos valles calizos que hay en Madrid, han sido utilizados desde tiempo inmemorial. Sus escasa cuevas y abrigos, fueron el refugio del pastor y sus ganados, del guarda y del calero. Donde se encendían hogueras para calentarse o preparar la comida. Muchas de estas cuevas y abrigos han desparecido para siempre, pues en todos estos valles existen antiguas caleras históricas, donde se producía cal para la construcción. Por estos motivos, y otros, apenas quedan pinturas rupestres en Madrid.




Son pequeñas pinturas esquemáticas de color rojo, que se integran muy bien en el color de las calizas. Representan puntos y pequeñas figuras de humanos, de animales, "posible" vegetación, y otros elementos.




En otra zona de la pared, se aprecian pequeñas formas "sin apenas forma", y la pequeña figura aparente de un elefante o mamut. Aquí, es muy importante de ver el punto de vista de un profesional en estas materias, y de su interpretación.




La mayor parte de las paredes del abrigo están quemadas y negras, por las continuas hogueras que se han hecho en su interior. Estos actos se cometieron en épocas en las que no había constancia de las pinturas, ni había información, ni educación, ni sensibilidad por estos temas culturales. También podemos ver inscripciones y pinturas modernas de tonos rojos, realizadas por destructores de esta época, en la que la educación, la información y la sensibilidad, se dan por hecho y por entendido, y en la que no se puede consentir este tipo de actos, y de destructores que van por el monte con estas actitudes. Los hombres que pintaron en las paredes del abrigo, hace unos cuatro o nueve mil años, tenían más sabiduría o menos, más educación o menos que la actual, pero por donde pasaban, no destruían el medio en el que vivían.




El colirrojo tizón es otro habitante típico de estos parajes calizos. Cría y pasa la noche en el interior de las cuevas, los abrigos y en los grandes agujeros abiertos en los cortados.




Desde el fondo del valle se ve una panorámica más amplia del cortado calizo y del abrigo, en el que habitaron hombres y mujeres de la época, y donde dejaron constancia de su paso.
El bosque ha cambiado bastante. En la imagen vemos un ambiente muy degradado, compuesto por pequeños y medianos árboles, acompañados por tomillos y espartos. Cuando se hicieron las pinturas, la zona estaba cubierta por una inmensa selva mediterránea, ocupada por grandes árboles y arbustos. 




En un manantial del arroyo observo a un pequeño chochín (Troglodytes troglodytes) Busca insectos entre las piedras y las ramas que sobresalen del agua. Este pequeño pájaro, suele hacer sus nidos en los agujeros naturales de las calizas.




Estamos en una zona donde la incidencia del sol, el suelo y el clima, condicionan una vegetación natural que ha sido modificada en los últimos 10 siglos. La vegetación que predomina ahora, condicionada por la mano del hombre, es el enebral, con encinas, quejigos y arbustos dispersos. En aquella época, se alternaban periodos fríos, húmedos y cálidos. La vegetación estaría compuesta por un monte mediterráneo mixto, de enebros, encinas, quejigos, madroños, sanguinos, majuelos, endrinos, álamos, olmos, sauces... y muy posiblemente, sabinas albares y pinos resineros. Variando la especie predominante, según el periodo.




En cuanto a la fauna que habitaba en aquella época, sólo podemos decir que no ha variado, simplemente, se ha reducido mucho en número de especies. Aquí, la mano del hombre moderno, seguida de la extinción, han jugado un duro papel en todo el panorama ambiental.
En la rama alta de un chopo negro, un pico picapinos está marcando su territorio. Cada vez que picotea la rama repetidamente, emite un tamborileo que se escucha a distancia.




Con el paso de los últimos cuarenta años, después de soportar usos industriales abusivos durante siglos, el monte y las especies forestales que han sobrevivido, se van recuperando. Van ocupando el espacio, según la insolación, los suelos y la humedad ambiental.




Entre las encinas y los enebros, protegida por el claroscuro, la hembra del corzo observa mis movimientos... Ahora, con el jabalí, son los dos grandes mamíferos que pueblan el valle. Los ciervos, los gamos, los toros salvajes, los bisontes... han desaparecido.




Agarrado al farallón de caliza, el enebro de la miera habita y aguanta la sequía y la insolación, en un medio donde no hay suelo ni acuífero. Es un árbol que ha evolucionado en los periodos extremos, impuestos por el clima.




Dos mil años de civilización y de usos, no hay monte que lo soporte y no se altere. La fotografía es bastante clara y relevante. Este valle, con un clima mediterráneo templado continental, con unas precipitaciones entorno a los 600 mm, y con una vegetación potencial de bosque, ahora, en muchas zonas se alternan especies de clima subdesértico, como los tomillos y el esparto.




Posada sobre la rama de una higuera, observo a una grajilla. Esta especie fue muy abundante en estos parajes, en los años 60-70 y 80 del pasado siglo. En la actualidad ha disminuido mucho su número.




La situación ambiental por la que pasaron los hombres en el neolítico, fue mucho más benigna que la actual. El bosque que cubría el valle, estaba poblado de árboles y arbustos maduros que proporcionaban abundantes frutos, como las bellotas, enebrinas, madroños, majoleras, endrinas... Y poblado por abundante fauna, como los jabalíes, conejos, corzos, ciervos, toros, bisontes... El conejo ha sido una especie muy abundante en estos montes, por lo que tuvo que ser un alimento muy apreciado.




Desde una de las zonas altas vemos el relieve que tiene el valle. Un medio natural que nos puede parecer muy duro, para vivir con lo puesto, con lanzas, cuchillos de piedra, y toda la sabiduría acumulada por los ancianos y el medio ambiente que les rodeaba. El clima y el ambiente natural, propiciaron que el ser humano se asentara a vivir aquí, y diera origen a más asentamientos y a civilizaciones futuras...




Posado en la rama seca de un enebro, como hace cinco mil años, un roquero solitario (Monticola solitarius) habitante típico de estos parajes, marca su territorio de cría otra primavera...


jueves, 10 de marzo de 2016

EL SABINAR DEL VALLE DEL LOZOYA





Existe en la Comunidad de Madrid un sabinar mixto poblado principalmente por sabinas albares. Este monte, posiblemente, es el más antiguo que hay en todo su territorio...

lunes, 29 de febrero de 2016

LA DEHESA DE VALDELATAS.





La Dehesa de Valdelatas, más conocida en tiempos de Alfonso XI como la Dehesilla, por la abundancia de grandes jabalíes que habitaban en ella, es uno de los últimos montes sobre arenas que quedan en el área metropolitana de la ciudad de Madrid.


viernes, 19 de febrero de 2016

LOS TENDIDOS ELÉCTRICOS QUE MATAN A LA FAUNA.


En los años sesenta y setenta del pasado siglo, se trazaron multitud de lineas eléctricas de media tensión por todo el territorio nacional. Muchas de estas líneas eléctricas, con una tensión entre quince mil y treinta y seis mil voltios, pasan por montes donde habitan rapaces y otras grandes aves, o por zonas con poca o nula cobertura vegetal, por donde migran, campean, se dispersan, se alimentan o invernan. Estos tendidos eléctricos, muchos de ellos ya modificados, han sido los causantes de la muerte en España, de más de 300 águilas imperiales, más de 500 águilas reales, la extinción y la rarefacción del águila imperial, real, perdicera, alimoche, quebrantahuesos, búho real y cigüeña negra, en muchos puntos de nuestra geografía. Y de miles de rapaces medianas y pequeñas, buitres, cigüeñas, garzas, gaviotas, cormoranes, córvidos, palomas... que han muerto y van a seguir muriendo, hasta que no se modifique y aisle el último tendido eléctrico que cruza por nuestros campos.
Hoy vamos a ver la historia de 4 líneas eléctricas, que pasan por una zona geográfica de Madrid.




En esta torre, ya modificada y aislada, entre 1982 y finales de 1990, murieron electrocutados 8 búhos reales y tres ratoneros comunes. En la actualidad, sigue siendo un punto desde donde marca y caza el búho real, pues debajo de la torre hay excrementos y egagrópilas del gran búho.




Siguiendo la línea, a unos 25 metros llegamos a otra torre. Como vemos, ya está modificada y aislada. Debajo de esta, desde 1982 hasta su modificación, a finales de los noventa, han muerto 7 búhos reales, 3 azores, 4 ratoneros, 1 águila calzada y 3 buitres leonados.




En esta panorámica se ve una parte del trazado por el valle. Vemos la torre anterior ya modificada y aislada. Una torre que se modificó a principios de los años 90, en la que ya no volvió a morir ninguna rapaz. Y una torre que sigue igual, que debería de haberse modificado y aislado, pero que sigue igual. Matando a toda ave que tenga una envergadura superior a un metro, y se pose en el cable alto del cabezal.




En primer plano, vemos las características del cabezal de la torre. Este tipo de cabezal, con este diseño, es el más mortífero y dañino que existe en todos los tendidos eléctricos que cruzan por nuestros montes. Debajo de este tendido, que se sepa, desde el año 82 hasta la fecha, han muerto 8 búhos reales, 4 águilas calzadas, 6 ratoneros, 12 azores y 2 cárabos.




Debajo de la torre vemos el cuerpo de un azor joven, que murió electrocutado en 1991. En esta torre murió electrocutado en 1984, un azor que estaba anillado. En la anilla constaba la siguiente inscripción: ICONA B 8 671.



Esta es la ficha del azor electrocutado.




A la parte de abajo, en la misma ladera, vemos otra torre que también se denunció en su momento y sigue sin modificarse y sin aislarse. En este, desde el año 82 hasta la fecha, también han caído unas cuantas rapaces: 5 búhos reales, 3 cárabos, 4 águilas calzadas, 3 ratoneros, 9 azores.




Al pié de la torre vemos a un azor electrocutado. La fotografía se hizo a mediados de los años 90.




Siguiendo el mismo tendido, pero en la otra ladera del valle, las tres torres se modificaron o aislaron. En ellas también cayeron un buen número de búhos reales y azores. En esta que vemos, con el cabezal alto ya modificado, y en la que posiblemente ya no se electrocuta ninguna rapaz; desde 1982 hasta su modificación en los años 90, se electrocutaron 8 búhos reales, 1 águila imperial ibérica, 8 azores, 3 ratoneros, 1 águila culebrea y 1 águila calzada.




Debajo de la torre vemos una imagen de 1991, en la que hay un búho real electrocutado y plumas de la cola de un azor.




Después de varias consultas telefónicas, cartas y visitas a la zona, con el responsable en aquella época en la Agencia del Medio Ambiente de La Comunidad de Madrid; se inician los trámites burocráticos y legales para solucionar el problema... Que aún sigue sin resolverse del todo, después de 27 años.




Cambiando de valle y de línea eléctrica, en esta torre vemos el cabezal ya modificado.




Al pié de la torre apareció electrocutado en el año 2011 un buitre leonado. Esta torre se corrigió al año siguiente y no se tiene constancia de más muertes.




En la imagen vemos una panorámica de la zona y el trazado de la línea eléctrica.




Siguiendo el tendido, en la torre próxima, en el año 2012 se electrocutó otro buitre leonado.




En la imagen vemos al buitre leonado electrocutado. Llevaba menos de un día muerto.




La imagen sin vida de una rapaz protegida por la ley. Una especie que ha tardado varias décadas en recuperar una parte de su población. En hacerse notar en los campos ibéricos.




En la imagen vemos una torre con un transformador, con los cables aislados. En estas torres, cercanas a los caseríos, cortijos y casas de campo, mueren muchos milanos, cernícalos, mochuelos, lechuzas, córvidos, jinetas y garduñas.
La legislación vigente actual dice, que las líneas eléctricas existentes y las de nueva construcción, deben de cumplir las normas técnicas para que se reduzcan y eliminen los riesgos por electrocución y colisión para la avifauna. Todos los tendidos eléctricos, en los que se considere que hay riesgo de muerte, o se hayan encontrado aves muertas, tienen que ser modificados y  aislados.




Cerca, en otro valle, observando la panorámica, vemos un tendido de iguales características que los anteriores. Y también vemos la situación que tiene la torre en el monte...




Al acercarnos a la torre, vemos la forma de su cabezal. El más mortífero de todos...




Al acercarme, al pie de la torre veo la enorme silueta de un buitre leonado, que ha muerto electrocutado hace unos días...




Entre las ramas de la encina veo a una urraca muerta, con las plumas de las alas quemadas por la corriente eléctrica...




También veo el esqueleto de un ratonero, que murió electrocutado hace más de un año...




Los restos del cráneo de un azor, devorado por los jabalíes o los zorros...




El enorme cráneo de otro buitre leonado que se electrocutó hace unos años, junto al cráneo de un ratonero que corrió la misma suerte en parecidas fechas...




Los restos del cráneo de un azor o ratonero, devorado por los jabalíes o los zorros, hace más de un año...




Los restos del cráneo de un azor, electrocutado hace años...




los restos de un buitre leonado. Cerca, están las plumas de un búho real que se ha electrocutado, pero no se encuentra el cuerpo por las inmediaciones de la torre...




El cráneo de un búho real, electrocutado hace años...




Los restos de un ratonero, electrocutado y devorado por los jabalíes. En 2013 se electrocutó un águila imperial adulta, y desapareció el cuerpo. Alguien se lo llevó.
Este tendido eléctrico lleva en la zona desde los años setenta. Todas estas rapaces se han encontrado el día 22 de enero de 2016.
El día 26 de enero de 2016, se comunicó por teléfono todo lo ocurrido en este tendido, en el Cuerpo de Agentes Forestales de la Comunidad Madrid.




Para terminar, he dejado la fotografía de esta torre con el cabezal modificado y aislado. El coste de la modificación del cabezal y la colocación de aislantes, con el tendido en tensión, ha sido de unos 2000 euros.
En esta se electrocutó un milano real hace tres años. Inmediatamente, con estos componentes aislantes tan simples, se modificó el tendido. Se acabó para siempre con el daño ambiental y económico.

España es un país que destina importantes sumas económicas, para la recuperación de las especies protegidas y en peligro de extinción. No se puede consentir que todavía pasen por nuestros montes, tendidos eléctricos que matan a especies protegidas por la ley, algunas de ellas en peligro de extinción.

Como último dato, sólo me queda decir después de lo visto... Que el águila imperial ibérica no se llegó a extinguir en los años ochenta, porque por sus territorios importantes de cría, no pasaban tendidos eléctricos de estas características. Pero si pasaban por donde se dispersaban en su juventud o por donde algunas parejas salían a campear y a cazar, que fue donde encontraron la muerte las cerca de 100 águilas imperiales ibéricas, que ya estaban registradas en la lista negra de los tendidos eléctricos. ¡Casi la mitad de la población mundial existente en la época, se estaba pudriendo bajo las torres!


martes, 9 de febrero de 2016