google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte

lunes, 15 de junio de 2015

POR LA CUENCA ALTA DEL RÍO LOZOYA, ENTRE PINOS SILVESTRES Y ABEDULES...


Hoy vamos a caminar por una zona salvaje, por su clima y naturaleza, donde la civilización sólo trazó sus caminos históricos, pero jamás pudo asentarse.




Son las 7´15 de la mañana. El ambiente es fresco y húmedo. El aire es puro, sólo tiene aromas a pino silvestre, abedul, tierra húmeda, flores... Todos los aromas del bosque.




Al pie de un pino, descubro una de las alas de una mariposa isabelina. Uno de los habitantes más misteriosos y difíciles de ver en estos pinares.




En las zonas más rocosas el río producen pequeñas cascadas, donde crecen grandes helechos.




Un petirrojo aparece de improviso para observarme... Después desaparece por el claroscuro del bosque.




Donde la incidencia del sol es más regular y el suelo es más profundo y húmedo, se desarrollan pequeñas manchas de robles albares. Crean un contraste muy interesante en el bosque.




Las fuertes rachas de viento del norte que atraviesan los collados, llegan a tumbar los grandes pinos que no tienen bien asentadas las raíces.




A lo largo del bosque observo y oigo el canto de varios mirlos comunes. En una ladera, donde rompe uno de los muchos manantiales que hay por la zona, observo a dos mirlos buscando lombrices y gusanos. El más nervioso y resabiado, se va dando la nota...




El bosque de pinos silvestres filtra la suave luz del nuevo día...




Sobre el enorme tocón de un tejo centenario, crece ahora un pequeño pino silvestre con mucha vida por delante...




En la mayoría de los arroyos, donde los suelos son algo profundos y muy húmedos, aparecen pequeños bosquetes de abedules. En ellos se ven diferentes especies de pájaros del bosque.




Un herrerillo capuchino recorre la orilla del arroyo, buscando insectos para alimentar a sus pollos. Tiene el nido en el agujero de un abedul, donde acude con insectos en el pico cada 4-6 minutos. Estos pájaros insectívoros son el mejor insecticida natural de los pinares.




Estas maravillosas aguas con aromas a bosque, son las mismas que salen por los grifos de las casas de la ciudad de Madrid.




Aunque las precipitaciones no han sido regulares durante la primavera, el río y los arroyos grandes llevan un caudal aceptable. Los pastos están altos y verdes, y los helechos comunes cubren grandes áreas y se están desarrollando bien.




Una lavandera cascadeña recorre el tramo del río capturando insectos. Cuando se llene el pico, volará hasta el nido para alimentar a los pollos.




Ahora paso por una zona donde los abedules se mezclan con los grandes pinos. Los helechos comunes y la luz ponen su magia... Ese punto de contraste que parece sacado de otra época.




En los lugares donde medra la humedad, se desarrollan los grandes y elegantes helechos machos.




Un trepador azul va recorriendo los árboles cercanos al río. Va registrando las cortezas de los pinos, abedules, sauces de montaña y álamos temblones, donde encuentra insectos y larvas. Luego se posa en la zona alta de un abedul y va recorriendo el tronco, hasta llegar a la entrada de su nido, localizado en un viejo nido de pico picapinos.




Desde una de las laderas observ0 una panorámica del bosque, que sube hasta las altas cumbres de la montaña de Peñalara, de 2428 metros de altitud.




Estos pinares se están explotando comercialmente, desde la fundación del Monasterio de Santa María de El Paular, entorno al 1400. Seiscientos años después, gracias a una gestión responsable y racional, que se ha mejorado en los últimos treinta años, estos extensos bosques se mantienen con un nivel ecológico muy notable.




En la orilla de un arroyo me paro para beber y descansar un rato... Y observar el panorama más despacio... A los diez minutos, más o menos, observo a un pico picapinos como sube por el tronco tronchado de un pino silvestre. Sube, se para, observa y sigue hasta llegar al nido, donde le espera uno de los pollos. Durante la media hora que estoy en la zona, la hembra y el macho hacen unas once entradas.




El abedul se está recuperando bastante bien y le está favoreciendo al pinar, pues en estos árboles de maderas blandas, los pájaros carpinteros hacen muchos nidos. En ellos crían pájaros insectívoros que capturan los insectos entre los pinos, como el papamoscas cerrojillo, el papamoscas gris, el herrerillo capuchino y común, el carbonero garrapinos y común... En el sotobosque que crean los bosquetes de abedules, también crían muchos pájaros insectívoros, como el petirrojo, el mirlo común, el zorzal charlo... Se crea una simbiosis entre estos árboles; el pinar protege a los abedules del clima, y los abedules protegen al pinar de los insectos abundantes.




La tarde se deja sentir en el fondo del valle. Una ligera brisa fresca y húmeda va cayendo desde las altas montañas... A penas queda una hora para que el sol nos deje por hoy.




Posado en la rama seca de un sauce de montaña, veo a un papamoscas gris. Está a la caza de las últimas moscas del día, con las que alimentará a sus cuatro o seis pollos. Un pequeño soldado de una gran pirámide ecológica, que hace que sean grandes estos bosques de alta montaña.

lunes, 8 de junio de 2015

7 DE JUNIO. POR LA RIBERA MEDIA DEL RÍO JARAMA.


Este año el verano se ha adelantado un mes. El tiempo que tenía que haber hecho en junio, lo ha hecho durante todo el mes de mayo, sin caer una sola gota en todo el mes, en la mayor parte de la Comunidad de Madrid. Estamos a primeros de junio, y el tiempo es enteramente el de julio. Y seguimos con la sequía.

Ahora, las riberas arboladas de los ríos y arroyos de la campiña, se convierten en ese ecosistema seguro para la fauna, donde encuentran agua y alimento variado para vivir, y sacar adelante a sus crías, sin sufrir el sol y el calor.




La mañana viene sin nubes. La temperatura es templada. El sol ya está por encima del horizonte, y comienza a meterse por algunos lugares de la ribera.




Por una zona abierta, observo entre las ramas de los sauces a un corzo. Viene corriendo. Pasa casi a mi lado sin darse cuenta, y se pierde entre el sotobosque y los grandes álamos del río.




Las pelusas blancas de los chopos se ven por todas partes. Crean un ambiente un poco subjetivo. Pero esto que vemos, es lo normal que pasa todos los años en los ríos y arroyos.




Un rascón, muy desconfiado, va por la orilla buscando insectos. Al menor indicio de peligro, sale corriendo y se mete entre las zarzas.




En esta zona se extrajo la arena y la grava para la construcción en los años setenta. Ahora crecen pequeños bosquetes de álamos blancos y grandes tarays;  y se escucha el machacante canto del torcecuello.




Entre la hierba, cerca de una pequeña charca, observo varios ejemplares de cangrejo americano. Algunos son muy valientes y me desafían con sus pinzas.




La luz del sol se filtra entre los grandes árboles, creando un espejo natural con las aguas del río.




Inmóvil, descubro a una garza real posada en las ramas altas de un sauce. A pesar de lo grande que es, casi paso a su lado sin darme cuenta.




El dosel forestal lo cubre y lo protege todo. Bajo él se extiende un mundo verde de sombras, en el que la vida se manifiesta con códigos cifrados, a través de cantos, sonidos, rastros y señales, que sus habitantes dejan en el ambiente del bosque de la ribera.




En una zona donde existen pequeñas lagunas someras, que se han secado en últimos días, veo pequeños sapos del tamaño de una uña, metidos entre la vegetación y el relieve del suelo. Son pequeños ejemplares de sapo corredor, que han terminado la metamorfosis.




Las primeras horas del día en este bosque, son un espectáculo natural inolvidable, que se repite todos los días en muchos puntos de las riberas de los ríos ibéricos. Todos los pájaros se mueven y cantan para marcar sus territorios. Con las aguas del río forman una banda sonora inigualable.




Una curruca capirotada hembra, sale de unas zarzas y se posa en la rama seca de un sauce. El sotobosque de la ribera es el hábitat ideal de muchas especies de pájaros insectívoros.




En otra zona, donde la orilla del río es más amplia, el bosque de la ribera es más extenso y variado. Aquí los grandes árboles eligen su biotopo, su zona natural, donde se desarrollan mejor. En este área vemos las diferentes zonas que ocupan las especies forestales arbóreas, desde la tierra, hasta la misma orilla del río.




En los últimos cinco años, la pareja de milanos negros cría en la horquilla alta del chopo negro. Todos los días ven pasar al pastor con las ovejas por debajo de su nido... Para ellos es normal. Después de hablar un rato con el pastor y hacerles unas fotografías, allí los dejamos...




Las ovejas son de la raza Rubia del Molar. Una especie autóctona de Madrid que está en peligro de extinción, pues quedan menos de diez mil ejemplares.




Cerca del río, la huelga del arroyo se expande, creando un bosque de ribera muy considerable. Se ha regenerado el ecosistema con especies forestales naturales, típicas de la zona. También han vuelto especies que desaparecieron hace cuarenta años, como el búho real, el azor, el pico menor, la garza imperial y la nutria, entre otros.




Por las inmediaciones observo a una golondrina de llamativos colores, que no es típica de la zona. Al mirar debajo de uno de los pequeños puentes, veo a una golondrina dáurica entrando al nido para alimentar a sus pollos. Una especie nueva, que se ha venido a esta parte del río para vivir.




El sol ya está arriba. La luz es blanca y cegadora; su rayos abrasan y están cambiando el verde por el amarillo. Dentro del bosque el ambiente es fresco y muy agradable. Los pájaros no dejan de cantar y de moverse.




En una charca de aguas someras, dos cigüeñas blancas buscan pequeños animalillos en forma de insectos, ratones, ranas, gallipatos, culebras de agua, peces... Con los que alimentar a sus pollos. Una imagen muy típica de la ribera del río en esta época del año.

lunes, 1 de junio de 2015

LA SIERRA DEL HOYO.

La Sierra del Hoyo está cubierta por una vegetación mediterránea variada, con un nivel ambiental considerable. Hoy vamos a conocer un poco que guarda esta zona montañosa tan afamada, y tan desconocida.




El día llega con el cielo cubierto por una ligera capa de nubes. Son las 7´5 de la mañana y el ambiente es cálido. Hoy va hacer calor. El monte, a pesar de las escasas lluvias que han caído en invierno y a lo largo de la primavera, ha florecido y se ha renovado algo.




Algunas laderas son auténticos laberintos de rocas y de vegetación densa, formada por jaras, romeros y zarzas; enebros, encinas y alcornoques.




En un manantial que han abierto los ganaderos para que no les falte el agua a las vacas, observo a una curruca mirlona. Poco a poco, algo desconfiada, va descendiendo por las ramas de una zarza hasta llegar al agua.




Las laderas del sur de la sierra siempre han estado cubiertas de monte alto, que la mano del hombre ha ido renovando a lo largo del tiempo. Aquí la utilización racional de los recursos naturales ha sido equilibrada.




En la actualidad el ganado es escaso. Esto está permitiendo una recuperación del monte, aunque muy lenta. Las zonas claras se han poblado de arbustos, que protegen y crean suelo. A partir de aquí, los árboles pueden empezar a repoblarse...




Posada en la copa de un enebro grande, un águila culebrera observa la ladera, donde hay pequeños claros entre la vegetación. Si aparece una culebra o un lagarto ocelado, se lanzará a su caza.




Debido a sus paisajes sobresalientes, y a su flora y fauna mediterránea característica, esta zona de la sierra se salvó de la especulación urbanística en los años 80, y entró a formar parte del Parque Regional de la Cuenca Alta del Río Manzanares, con la figura A2, Reserva Natural Educativa.




Las elegantes y floridas dedaleras crecen entre las rocas de granito. Es un mundo donde el suelo apenas existe, y se vive gracias a las reservas de agua, recogida durante el invierno y la primavera.




Las laderas altas de la sierra apenas tiene suelo. Están constituidas por grandes rocas de granito muy erosionadas por el paso del tiempo, entre las que habitan los árboles y los arbustos.




En una encina baja, localizada en un valle apartado y poco transitado, localizo a la hembra del azor dentro del nido. Está alimentando a los pollos... Con el mismo silencio que llego, me voy...




En las umbrías, fondo de los valles y laderas orientadas al norte, se localizan pequeñas manchas de robles melojos, con ejemplares de notable talla.




Donde los suelos son profundos y existen pequeños acuíferos, se localizan pequeñas manchas de alcornoques con ejemplares de buena talla.




Los valles cerrados por la densa vegetación, donde la presencia de las personas se deja sentir poco, son el hábitat del ciervo. En esta época del año "están echando" las cuernas nuevas. Cuando termine el verano, volverán a lucir una nueva corona. Volverán a ser los reyes del monte.




En los pequeños valles, los contrastes en la vegetación son considerables. En el fondo, el suelo es más profundo, los árboles son más grandes y menos variados, acompañados por un extenso y variado pastizal que alimenta a la ganadería. En las laderas, donde las rocas son más profundas que el suelo, los árboles son terciados, pero más variados; abundan los arbustos y los pastos son más escasos y menos variados. Los dos ambientes forman una unidad muy importante para todos los seres vivos de la zona, incluido el hombre.




A lo largo de las laderas y los valles, se localizan ejemplares de alcornoque. Si nos fijamos en sus troncos y sus grandes ramas, veremos que hace tiempo se les ha quitado el corcho alguna vez.




Sobre la roca recubierta de musgos y líquenes, observo a un macho de lagartija colilarga. Esta lagartija de buena talla, era muy abundante en los montes mediterráneos del centro de Madrid. En la actualidad apenas es común.




Las grandes flores de las jaras pringosas se han lucido poco esta primavera, debido a la sequía que se ha implantado en el monte. Esta escasa floración va a repercutir en la baja producción de miel y en la vida de las colmenas.




En la actualidad encontramos al alcornoque formando pequeñas manchas abiertas en varias zonas. Viendo la localización de estas manchas y la situación de los ejemplares aislados o acompañados, podemos llegar a la conclusión, que en un pasado reciente este árbol llegó a poblar casi toda la sierra, acompañado por encinas, quejigos, arces menores, robles melojos y enebros de la miera, principalmente.




A la sombra del monte alto observo a tres jabalinas con sus crías. Por donde pasen, todo pequeño ser vivo en forma de conejo, ratón, culebra, lagarto, nido, insectos, raíz, bulbo o fruto, acabará en sus estómagos.




Acompañado por grandes encinas me encuentro con un buen ejemplar de alcornoque. Junto a él, observo el ambiente que nos está dejando esta primavera, en la que las lluvias están siendo muy escasas y el monte empieza a notar ya su falta. El verano está cerca... Si las tormentas no acompañan en los próximos meses, las consecuencias van a ser poco agradables.